La escolarización de las niñas

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La presencia femenina en las escuelas de toda África es cada día mayor. Y esto, no cabe duda, es una noticia muy buena. Algunos países han alcanzado casi la plena escolarización en la etapa obligatoria y tanto chicas como chicos llenan los salones de clase. En otros, se está en camino y se hacen grandes esfuerzos para no dejar a nadie fuera de las aulas. También hay algunos, claro está, que se encuentran lejos de alcanzar esa meta.

Quizás los Objetivos del Milenio (OMS) primero, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la actualidad, tengan mucho que ver con estos avances. Pero si hablamos de mujeres y educación, entonces sin lugar a dudas, la llamada Declaración y Plataforma de acción de Beijing de 1995 (que quiso poner en práctica la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, de 1979) es la verdadera impulsora del cambio que en este campo se ha experimentado durante los últimos 25 años. La Declaración prometía promover los derechos de las niñas y las mujeres en todo el mundo. Una acción concreta para ello fue el compromiso de que todas las niñas tuvieran pleno acceso a la educación. Dos décadas y media después, la buena noticia es que 180 millones de niñas más están matriculadas en las escuelas de todo el mundo. Además, cada vez las jóvenes permanecen más tiempo en los colegios y se gradúan más que nunca.

Sin embargo, este progreso no llega por igual a todas las capas sociales. Solo el 2% de las niñas que habitan en zonas rurales de países de bajos ingresos completan la educación secundaria. Por ejemplo, un niña de 14 años en Níger es posible que pueda terminar la escuela primaria, pero es muy difícil que continúe su educación y pase a la secundaria.

En África, las tasas de matriculación son relativamente buenas en la educación primaria y siguen mejorando, pero persisten las desigualdades entre las zonas urbanas y las rurales. Y esto también cuenta a la hora de concluir el primer ciclo de enseñanza, porque casi la mitad de las niñas que que viven en áreas rurales no completan la educación primaria. En Chad o Guinea Bissau menos de 80 niñas por cada 100 niños terminan la escuela primaria y es dos veces más probable en estos países que los niños concluyan la escuela secundaria que las niñas.

Estos datos (y muchos más) se encuentran en el informe Una nueva generación: 25 años de esfuerzos por la igualdad de género en la educación, presentado por la UNESCO el pasado 12 de octubre para celebrar las bodas de plata de la Declaración de Beijing.

El documento también pone de relieve el impacto que tiene la educación de una madre sobre sus hijas: la hija de una madre educada permanecerá en la escuela como mínimo el mismo tiempo que estudió su madre, sino más. Así se reduce la desventaja de una generación a otra. También apunta el documento que las mujeres con educación universitaria tienen un 25% más de posibilidades de trabajar que si solo tuvieran educación primaria.

Estos números y porcentajes nos hacen pensar que son muchas las niñas que en tantas partes de África pierden la oportunidad de ser quienes realmente hubieran podido ser si solo se les hubiera posibilitado la asistencia a la escuela. Igualmente, el informe nos reafirma en la opinión de que la educación es el arma más poderosa con el que cuentan las mujeres para sacar de la pobreza a sí mismas y a sus comunidades.

Sin embargo, los logros conseguidos corren riesgo de retroceder debido a la actual pandemia de covid-19 que ha provocado, por primera vez en décadas, un grave retroceso en los indicadores de desarrollo humano y ha puesto al descubierto muchas debilidades de nuestro sistema, entre ellas, una de las más relevantes es la desigualdad de género. Son las mujeres quienes sufren más fuertemente esta crisis. Especialmente en los países con menos recursos, las amenazas que se ciernen sobre las niñas son mayores, como el aumento de la pobreza (que siempre repercute en su escolarización) o el incremento de la violencia en sus múltiples formas.

No cabe negar que se han conseguido muchos logros con respecto a la escolarización de las niñas, pero también es verdad que todavía queda mucho camino por recorrer y este está lleno de trampas, como se ve en el momento presente en el que la pandemia pone en peligro incluso esos logros alcanzados. De ahí, que el informe de la UNESCO recuerde que hoy, más que nunca, se hace necesario cumplir en su totalidad la Declaración de Beijing y favorecer el acceso de todas las niñas a la educación para construir un mundo mejor para todos.

Imagen superior: Alumnas en una escuela de Secundaria de Uganda. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

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