Malick Diaw: «La vida es bella»

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Por Miguel Ángel Sánchez Gárate

 

Como un acólito de los versos del poeta Antonio Machado, “Caminante no hay camino se hace camino al andar”, el senegalés Malick Diaw escribe su propia historia con sudor y dedicación. Su primer disco en solitario, Ainsi va la vie, es una muestra de su vigoroso ímpetu como trabajador de la música.

 

Probablemente, con el vecino del tercero con el que coincides en el ascensor no pasaría de los dos minutos el tiempo transcurrido entre el ‘buenos días’ y los comentarios tópicos sobre el estado del tiempo. Pero para Malick Diaw, conocedor de esa costumbre africana que es saludar a todo el que te encuentras sin importar lo rápido que transcurran las agujas del reloj –y sí interesándose por cómo marchan los miembros de la unidad familiar–, ese tiempo sí que cobra importancia. Aunque claro, perder 15 minutos inquiriendo en estos asuntos, podría resultar algo embarazoso para una mentalidad como la europea, en la que los horarios marcan el día a día inexorablemente. Este es el tema de “Hola”, una simpática canción sobre un hecho tan cotidiano y aparentemente inofensivo como es la cortesía, y que forma parte de Ainsi va la vie, el primer disco en solitario de este guitarrista senegalés.

Malick, que ha residido por espacio de ocho años en la península ibérica y es buen conocedor de la realidad occidental, ubica más la frialdad en el trato cara a cara en otros pueblos mucho más distantes de donde se alzan los Pirineos. “Creo que la manera en como saludan los españoles se parece mucho a la de los africanos. Eso lo noto más cuando voy a Andalucía. Porque España es un país que tiene mucho sol comparado con la mayoría de los países europeos, y eso hace que los españoles tengan más tendencia a contemplar el tiempo que a explotarlo”,  explica el artista de Dakar.

Diaw lleva la música en las venas, algo que hizo que se empezase a codear con esta disciplina desde los 14 años. Ha tenido un largo recorrido como músico acompañante de numerosos cantantes y bandas, un hecho que ha venido marcado por su entorno más directo. “Mi aprendizaje fue al principio autodidacta y después me interesé por aprender un poco de solfeo. Mis maestros han sido mi tío Cheikh Gueye, que me enseñó mucho de la música tradicional; Lamine Faye, un bajista que vivía en mi barrio; y Oumar Sow, exguitarrista de Youssou Ndour. Estos dos últimos me enseñaron muchas cosas de jazz”. Su primer concierto vino de la mano de Xiss, el grupo de su barrio, donde estrenó sus habilidades creativas.

IMG_7564Humildad y respeto a las fuentes

Al verle tocar con la cejilla en la guitarra y los ojos entornados se le adivina una compostura de artista sin dobleces, en la que prima la humildad y el respeto a las fuentes. “Vine a España con el contacto de Djambutu Thiossane, un grupo senegalés afincado en Madrid, que me llamó mientras yo estaba en París para ir a Madrid a tocar en dos conciertos. Al final me convencieron para quedarme a trabajar con ellos. Mis primeras impresiones en 2002 fueron que veía muy pocos africanos en Madrid, una población española menos joven comparada con Francia, pero un país con mucho sol y eso me daba mucha alegría. Es más difícil poder sobrevivir de la música en Senegal que en España porque el circuito musical aquí es mucho más amplio”. La primera grabación en la que participó fue en el disco Bëkërek guaraman, de la senegalesa Dial Mbaye, hito que tuvo su relevo en varios trabajos con reconocidos artistas del mbalax, como Alioune Mbaye Nder, Fallou Dieng, Fatou Guéwél o Assane N´Diaye. Aquí en España tuvo relación con otros artistas senegaleses como Babacar Dieng, Diengoz y Sidy Samb.

Pero el buen hacer de Malick ha sabido trascender los límites del país de la teranga, y se ha embarcado con otros músicos africanos de distintas latitudes, con lenguajes bastante diferentes al que solía manejar. Es el caso de los guineanos Bidinte, Las Hijas del Sol, o de la malograda cantante y activista saharaui Mariem Hassan. “No me ha costado mucho adaptarme a otros lenguajes musicales diferentes del mbalax porque cuando llegué a Europa había ya trabajado la música africana en general…. Por eso la colaboración con Piruchi Apo (Las Hijas del Sol) y con Mariem Hassan no ha sido complicada”. Fruto de esta multiculturalidad musical es el híbrido que se respira en su música, en la que resuenan ecos del folklore amazigh de los tuaregs, el rasgado de la guitarra mandinga de Kante Manfila, o el latido acústico de Ismael Lô.

El reto de la carrera en solitario

Pero grabar un disco con su nombre ha comportado bastantes dosis de implicación y riesgo. “Llevar una carrera en solitario y producir un disco con tu nombre es una responsabilidad. Era un proyecto que tenía desde que empecé a hacer giras con las estrellas senegalesas. Yo veía que para ser feliz en el mundo de la música hay que tener una autonomía. Además te ganas mejor la vida cuando el proyecto es tuyo”. Y precisamente ese afán de emancipación tiene eco en el título de su primer trabajo en solitario. Ainsi va la vie “habla del sacrificio que he hecho al tocar con diferentes bandas, porque el discurso que tiene el líder de la banda en el momento en el que esta se forma y cuando ha cosechado los éxitos es muy diferente. En los éxitos, los líderes abogan más por su propio interés, en detrimento del de los músicos. Eso lo he vivido en varias bandas”, dice el autor.

En el disco hay varios temas recurrentes en el cancionero senegalés, como la figura de los padres, a los que los jóvenes miran con suficiente respeto y reverencia. “La figura de la madre es para mí algo sagrado. Esta idea la comparten muchos artistas africanos. La mayoría dedican en su carrera por lo menos una canción a su madre o a las madres en general”. Es inevitable indagar en un tema tan de actualidad como es la inmigración clandestina, tema que ya tratara por ejemplo, uno de sus compatriotas, el cantante Mapenda Seck, en la canción “Barça or barzakh” (Barcelona o el infierno), hecho al que Diaw alude en uno de sus temas. “Yo nunca he pensado ir a Europa pasando por el mar. Para mí eso es inimaginable, pero he compuesto ‘Thiowli’ para informar a los jóvenes de África de la realidad: de los riesgos que corren y la falta de trabajo en Europa, pero también para hablarles de las condiciones precarias para conseguirlo”.

En la actualidad Diaw vive en París, pero tras ocho años en España no ha escapado al fantasma del desarraigo y de los bajones emocionales, algo que relata en la canción “Ca Ira”. “He vivido esas sensaciones del inmigrante. Todos sabemos que a veces la cosa va mal. Eso me pasa más en invierno, donde no tenemos muchos conciertos y hace más frío. Yo supero todas esas dificultades al hablar con mi familia, en particular con mis padres. Por eso he compuesto esta canción, para demostrar la importancia de la familia y de la gente mayor en África”. Malick rinde pleitesía a la figura de Cheikh Ahmadou Bamba, una figura religiosa primordial en el tiempo de la independencia senegalesa. “He compuesto la canción ‘Ziare Bamba’ por la admiración que tengo a Ahmadou Bamba Mbacke. No me siento identificado con ninguna cofradía en concreto. Soy religioso a mi manera. Hago cada día mis cinco oraciones como musulmán, pero me gustan todas las cofradías de Senegal y cada vez que hay un evento religioso, si tengo disponibilidad, me acerco para hacer la peregrinación. Creo que todos los guías espirituales de Senegal tienen la misma filosofía: aconsejar a la gente buena conducta, la tolerancia, no mentir, cumplir con sus cinco oraciones, cumplir el Ramadán, no engañar, no robar, no hacer daño a su prójimo…”.

 

GABARIT FEUILLET

 

Fruto de esa inquietud espiritual, Diaw sabe que es de bien nacido ser agradecido. Y así lo expresa en “Santa Yala” (Gracias a Dios, en wolof), la canción con la que abre el disco. “Los momentos más difíciles que he experimentado en la grabación del disco fueron cuando llegó un punto en el que me quedé sin fondos. Me hacía falta buscar un trabajo fuera de la música. Y eso fue algo que me ha permitido acabarlo”.

Su carácter viajero –como el de los tuaregs o los peúles– que le mantiene en constante movimiento, le ha brindado grandes enseñanzas. “Los valores más importantes que me ha enseñado la vida siendo nómada son la humildad, la modestia, el optimismo, el trabajo, la dignidad, la tolerancia, la diplomacia, la generosidad y la apertura de miras”.

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