Malika Louback

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Ingeniera y modelo



No es difícil –de hecho es bastante asequible– encontrar referencias de Malika Louback en Internet. En un porcentaje abrumador de los casos, las búsquedas vinculan a contenidos en los que la yibutiana aparece vistiendo, calzando o portando productos de algunas de las mejores firmas de moda, cosmética o joyería del planeta. Su nombre también aparece vinculado a agencias de modelos de Nueva York, Milán, Londres, Barcelona o París. 

«No soy etíope, soy yibutiana». Esta fue una de las frecuentes matizaciones que tuvo que hacer cuando comenzó a trabajar como modelo. Y así, a base de insistir, logró colocar su país –uno de los más codiciados estratégicamente del continente– en la mente de sus compañeros del gremio. De hecho, su nacionalidad es casi como su apellido. Cuando le preguntan por su profesión, dice sin dudar que es «ingeniera y modelo de Yibuti». Ahora, consolidada como una de las estrellas de las pasarelas, sonríe al recordar aquellos momentos en los que «todo el mundo se preguntaba quién era esa chica».

A pesar del renombre adquirido en unos pocos años, su llegada al mundo de las pasarelas y la moda fue tardío para lo que suele ser habitual, donde las modelos despuntan a edades casi adolescentes. Sin embargo, ella se incorporó a los 27 años, después de haber obtenido tres títulos universitarios: un diploma tecnológico en Ingeniería Industrial, una licenciatura en Física por la Universidad de Saint-Étienne, y una Ingeniería de Materiales y Superfices por la Universidad de Lyon, ciudad en la que vivía con sus hermanas, Sonia y Marie-Aswan. Más tarde se trasladaría a París.

Con su trabajo y sus declaraciones, Louback trata de acercar las dos orillas en las que se mueve, la ingeniería y la moda. De hecho, según ella misma ha manifestado en alguna entrevista, «diría que se complementan entre sí. Seis años de estudio me han enseñado a desarrollar la capacidad de análisis y observación, a estudiar el proceso de las cosas hasta el más mínimo detalle».

Aunque sería más sencillo insistir en el mundo de las pasarelas, Louback pone en valor su faceta académica, en la que se nota la influencia directa de sus progenitores. Su padre, ingeniero hidráulico, sembró en ella el interés por la ciencia –siempre soñó con ser «tan inteligente como papá», se recoge en un perfil de Louback publicado en Jeune Afrique–, mientras que la figura de su madre tiene mucho más que ver con el compromiso de la -supermodelo en mejorar la situación en su tierra natal. Embajadora de su país, Moumina Houmed Hassan, la madre de Malika, trabajó como ministra de la Mujer en Yibuti entre 2016 y 2022 y, antes, en UNICEF y la Organización Mundial de la Salud.

Residente en la capital francesa desde que arrancó su carrera profesional como modelo, habla de El alquimista de Paulo Coelho como uno de sus libros favoritos, señala a El ruiseñor como una de sus películas preferidas y, antes de la pandemia, apuntaba a Cabo Verde como un destino turístico deseado. Precisamente durante el confinamiento fue entrevistada por la revista 5 eleven, y reconoció que «debemos cultivar nuestra felicidad desde dentro y estar satisfechos con lo que tenemos, en lugar de centrarnos en lo que tiene o ha hecho el prójimo».   


Ilustración: Tina Ramos Ekongo

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