Publicado por Carla Fibla García-Sala en |
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A menudo, alguno se desmarca para hacer un solo con el que reta a los demás. Es una demostración de poder y resistencia, en la que Ndeye Cissé (Senegal, 1978) se coló de forma profesional a los 18 años. «Hay hombres que se sienten intimidados y cohibidos al ver a una mujer tocando el yembé, les impresiona, porque siempre se relaciona este instrumento con la fuerza masculina. Sienten complejo al ver a una mujer que toque tan bien como ellos», explicó a la periodista Alicia Justo en una entrevista que publicó eldiario.es el pasado enero.
Empezó a tocar el yembé con 8 años. Su hermano fue una figura relevante en sus inicios –«su cómplice, su inspiración»–, porque no la vio nunca como una mujer tocando el yembé, sino como un músico haciéndolo. El ambiente masculino marcó su infancia, en la que además de observar la habilidad con la que su hermano hacía música con botellas de plástico y la invitaba a probar, también se unió a la hinchada de un equipo de fútbol del barrio de La Palmas de Dakar, convirtiéndose en la única chica y a la que llegaron a considerar como la mejor seguidora del equipo. «Al principio íbamos a animar, pero cuando vimos que podía ser un trabajo, la asociación se convirtió en un grupo musical profesional, y así nació Djembe Rythme». Fue su debut en giras internacionales, acompañando incluso a la selección senegalesa de fútbol (en el Mundial de Corea del Sur y Japón). Más adelante, formó parte de los músicos que acompañan a Youssou n´Dour, el popular cantante y compositor de música mbalax, en la que se mezclan instrumentos tradicionales y europeos.
Feminista sin necesidad de proclamarlo, Cissé está convencida de que «en algún momento se producirá un cambio, y las mujeres y los hombres compartirán la zona de éxito». Mientras tanto, está orgullosa de pertenecer a Jigeen Ñi, el primer grupo senegalés compuesto íntegramente por mujeres. En la página de Facebbok del grupo, un vídeo en bucle muestra la calidad del las intérpretes y los mensajes de sus canciones, con los que ya se han convertido en una referencia en la sensibilización nacional hacia la igualdad de género.
Cissé es un ejemplo para las jóvenes que, de forma tímida y con temor a expresarse tocándolos, se acercan a un yembé o un sabar. Por eso ha decidido vivir en su país junto a su madre, y dar clases de percusión a un grupo de alumnas con las que espera que, poco a poco, se normalice que una mujer pueda «tener amor y pasión por estos instrumentos». Les aconseja que «crean en sí mismas y que sean conscientes de que es un trabajo que implica sacrificios», sin perder la sonrisa y el ritmo innato que contagia con su yembé.
Cissé ya forma parte del cambio que ella espera que se produzca algún día. Hace mucho tiempo que no se achantó cuando le retaron con una combinación de sonidos que fue capaz de superar.
Ilustración: Tina Ramos Ekongo
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