«No se pudo evitar», dirán

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Hace un mes, en este mismo rincón, daba un par de vueltas a las diferencias entre la tenacidad y la tozudez. Me valí de esos dos términos para referirme al empeño del Gobierno de Rishi Sunak de poner en marcha un corredor entre Londres y Kigali para enviar a Ruanda a solicitantes de refugio y asilo llegados a territorio británico a través de cayucos, barcazas o similares. Nada más conocerse el segundo revés judicial al proyecto, el premier dijo que no dudarían en introducir una «legislación de emergencia» [anunciada el 7 de diciembre] que convirtiera a Ruanda en un país garante de los derechos humanos y las libertades individuales y colectivas. Como si una simple reformulación de un texto borrara tanto la desvergüenza de su Ejecutivo como las atrocidades del Gobierno de Kagamé. 

Cuatro días después de que Sunak anunciara que «nuestros tribunales ya no podrán utilizar ninguna ley nacional o internacional, incluida la Ley de Derechos Humanos, para impedir que expulsemos a inmigrantes ilegales», leí un artículo publicado por Aoife Duffy, profesora de la Universidad de Essex, en la versión keniana del digital Nation, en el que reflexionaba sobre los métodos empleados por Londres para ocultar o tergiversar los abusos cometidos durante el período colonial en Kenia, especialmente durante el Estado de emergencia (octubre de 1952 - enero de 1960). La profesora hablaba de detenciones masivas –hasta 150.000 miembros del Mau-Mau pudieron ser internados en campos de concentración–, condenas extrajudiciales o reasentamientos injustificados de la población local. Estas y otras barbaridades fueron destapadas a pesar de la obstinación –y la destrucción de documentos– de los Gobiernos británicos de la época y posteriores.

Las palabras de Duffy tienen un aire más académico y menos literario que la obra de Ng˜ug˜i wa Thiong’o, pero leer El diablo en la cruz, Un grano de trigo, Descolonizar la mente o Desplazar el centro te lleva a un mismo escenario, el de la mentira sistematizada y delirante de los poderosos frente al silencio sonrojante de los débiles. Para Duffy, la manipulación oficial sobre las tropelías cometidas tenía como objetivo «describir oficialmente a los colonos como actores racionales que hacían un trabajo difícil dadas las circunstancias».

Algo así nos explicará Rishi Sunak en su próxima comparecencia. No tuvieron más remedio que hacerlo. No se pudo evitar. Las circunstancias los obligaron. 



En la imagen superior, el primer ministro británico, Rishi Sunak, ofrece una rueda de prensa en la sala de reuniones de Downing Street, en el centro de Londres, el 7 de diciembre de 2023, después de que Gran Bretaña y Ruanda firmaran un nuevo tratado para transferir inmigrantes ilegales al país africano. Fotografía: James Manning / Getty


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