Publicado por Javier Fariñas Martín en |
Elizabeth Zandile Tshele nació en el departamento de Tsholotsho (Zimbabue) el 12 de octubre de 1981. Conocida en el mundo literario como NoViolet Bulawayo –el nombre recuerda a su madre, que murió cuando ella tenía solo 18 meses, y la ciudad en la que se crio, la segunda más grande de Zimbabue, después de Harare–, su todavía breve carrera literaria, con apenas dos libros publicados, Necesitamos nombres nuevos (2013) y Gloria (2022), ha cogido vuelo desde el principio por su capacidad para describir, explicar y recrear las dificultades, sufrimientos, alegrías y sinsabores de un país que mutó, en pocos años, de colonia británica a prometedora nación independiente –de la mano de un entonces ilusionante Robert Mugabe–, para caer en un estado en el que la represión –con la operación Gurkurahundi, liderada por el Ejército, en la que se eliminó a cerca de 20.000 ciudadanos considerados peligrosos para el régimen–, la pobreza, la hiperinflación o el desgaste llevaron a la desilusión y a la emigración a buena parte de la población.
Estos temas, permanentes en la literatura de Bulawayo, son también una forma de posicionarse ante la realidad de su país natal: «La crítica es totalmente intencionada. En el tiempo en el que vivimos creo que no ser activista no es una opción. Sobre todo si contamos historias de gente vulnerable», señalaba en una entrevista concedida a El País cuando se publicó en castellano Necesitamos nombres nuevos.
La denuncia se revestía en esta novela, entre otras artimañas, de un sencillo entretenimiento infantil. Bastardo, Sabediós, Chipo, Stina o Darling, algunos de sus protagonistas, jugaban a ser países, y los ganadores elegían a EE. UU., Suiza o Canadá –destinos de buena parte de la emigración procedente de la nación austral– como recompensa por la victoria, mientras que los perdedores encarnaban a Su-dáfrica, Botsuana o Tanzania. En la vida real, los que se quedaban en el Zimbabue poscolonial sufrían a un Mugabe cada vez más despótico, mientras que los que se marchaban, como la propia Bulawayo –salió a los 18 años hacia Estados Unidos para completar su formación académica y arrancar su carrera literaria–, se encontraban con un contexto muy alejado de los ideales, los mitos y los sueños que albergaban antes de emprender el proyecto migratorio.
Aquel trabajo iniciático la colocó en la lista de finalistas del Premio Man Booker 2013, que la tuvo en cuenta como la primera africana negra en disposición de obtener el galardón. Ese no llegó a sus vitrinas, cosa que sí sucedió con el Caine (2011) por su cuento Hitting Budapest, el Etisalat de Literatura o el concedido por la Hemingway Foundation. Además de sus clases en la Universidad de Cornwell, entre 2014 y 2018 formó parte de la iniciativa literaria panafricana Writivism. Cuatro años más tarde de dejar ese proyecto, volvió a la carga con Gloria, trabajo del que muchos analistas establecen ciertos paralelismos con Rebelión en la granja, de Orwell. Bulawayo se sirve de la sátira para denunciar a un poder –el del ya fallecido Mugabe y el que ostenta el actual presidente, Emmerson Mnangagwa– para el que la autora no es una figura cómoda. «Soy consciente de que al Gobierno no le apasiona mi trabajo, pero no me preocupa». Y añade: «Si guardo silencio, no voy a ayudar en nada a resolver esta situación».
Ilustración: Tina Ramos Ekongo