Obras que hablan

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Nike, embajadora del Arte contemporáneo nigeriano


El material reciclado manda en las galerías de arte moderno Nike de Lagos y Abuya. Reúne, en abarrotadas paredes, esculturas, telas, joyas, amuletos y cuadros que reivindican otra Nigeria.



No es fácil seguir el ritmo de Nike Okundaye, fundadora de los centros de arte Nike Art Gallery en Lagos, Abuya, ­Òsogbo y Ogídi-Ìjúmi. Conocida como Mama Nike, llega en una nada discreta furgoneta decorada con llamativos colores y fotografías junto a sus cuatro hijas. Al entrar en la galería de Lagos, animales inspirados en criaturas reales y otros fruto de la imaginación de los artistas, dan la bienvenida. Comparten espacio con rótulos que anuncian talleres y actividades culturales y tours por la ciudad en los que la aparentemente inagotable energía de Nike es la protagonista.

Sonriente, acogedora y arrolladora, Nike lanza varias preguntas a las que apenas da tiempo a contestar para clasificar a su interlocutor sobre la marcha. Mientras saluda de forma cariñosa a empleados y artistas en formación que le hacen reverencias, se va abriendo paso hasta la gran puerta de acceso a una galería de varios pisos cuyo centro está ocupado por paneles que dividen el espacio. Los muros que sostienen el edificio están repletos de cuadros. El suelo también es un espacio conquistado por piezas de arte contemporáneo que ocupan enormes mesas en las que hay que deshacer pilas de dibujos para poder apreciarlas. «De basura a tesoro, del desperdicio a la riqueza», así es como define ­Nike las obras, que en gran parte han sido creadas a partir de materiales reciclados, una técnica en la que el continente africano es un verdadero maestro.

«Usamos la cera para elaborar joyas de tamaño grande, también restos de animales que hablan de la tradición nigeriana, o madera para fabricar otras alhajas tradicionales que puedan emplearse para decorar la pared, para alguien que prefiera no poner un cuadro», continúa Nike, deteniéndose el tiempo justo para mostrar lo que explica, pero sin demorarse demasiado, consciente de la enorme obra que ha logrado concentrar en la galería. Su objetivo es abarcar lo máximo posible y dar un trato personalizado a los artistas, contando cómo han llegado a ese punto de creación, su proceso de maduración y el significado de formas y colores.

Varios visitantes se fotografían en la Nike Art Gallery de Lagos. Fotografía: Carla Fibla García-Sala


La obra de Nike

«Mi trabajo se concentra en bolitas de colores y pegamento. Me gusta hacer cosas que la gente pueda llevar, por ejemplo los sombreros que diseño. A algunas piezas les damos una pátina de color para que parezcan más antiguas», explica Nike mientras hace tocar el género, con un entusiasmo que no decae en ningún momento. En la zona textil, con las telas color azul e índigo estampadas con figuras geométricas, se puede observar otra de sus técnicas más conocidas. «Cuando vestimos una túnica o un traje determinado estamos hablando, contando algo sobre nosotros», sentencia al pasar la mano por las prendas colgadas en la zona de exposición. Todo está a la venta en las galerías Nike, pero tanto su fundadora como sus autores no están dispuestos a permitir que no se valore el trabajo e ingenio desarrollado en las obras. Los precios, que no figuran junto a las piezas «por un tema de impuestos», dice, se pueden consultar en un listado al que acceden los trabajadores. Son precios lejos de los recursos de muchos de los visitantes locales, pero no de los extranjeros. «A veces compran y a veces no, lo importante es que valoren las obras y a sus creadores», indica Nike.

La tremenda fuerza de voluntad de esta referente del arte en Nigeria y en África occidental, que se codea con presidentes, primeros ministros e incluso monarcas –«el rey de Marruecos, Mohamed VI, visitó la galería y le encantó, por eso hicimos un cuadro con su rostro que nos recordara esa visita»–, viene de una infancia marcada por la pobreza y la muerte de su madre. Con 16 años dejó su casa y se fue a vivir con la comunidad artística de Òsogbo y un año más tarde participaba en su primera exposición organizada por el Instituto Goethe. Seis años después consiguió ir a estudiar costura a la Escuela de Artesanía Haytack ­Mountain (EE. UU.) y en 1981 ganó el primer premio del Festival de Arte del Suroeste de ­Washington. Luego llegarían reconocimientos en Londres y de la ONU, que en 1994 la eligió como una de los 50 artistas seleccionados en el mundo para mostrar su trabajo en un documental sobre el 50 aniversario de la institución.

Crear comunidad

Empezó a compartir sus conocimientos con su primer centro de arte y cultura, que abrió sus puertas en Òsogbo en 1983. Casi 20 años después hizo lo mismo en Abuya, la capital, y en 2009 en Lagos. En 1996 se trasladó a vivir a la capital económica del país y creó el Centro de Costura y Textil en Ogídi-Ìjúmi (estado de Kogi), que se convirtió en su primer taller de formación. «Siempre me ha obsesionado que las chicas sean independientes, pero ¿cómo conseguirlo? Hemos logrado que escuelas de 36 estados nos envíen a 150 de forma regular para que, durante dos meses en el centro de Òsogbo, descubran sus aptitudes y empiecen a desarrollarlas», explica orgullosa, sin dejar de mostrar piezas de algunas de las jóvenes que han pasado por sus talleres. A pesar de su notoriedad, Nike no parece haber perdido el contacto con la realidad de su gente, de la pobreza y el desempleo que azotan su país, obsesiones que intenta mostrar y, en parte, remediar a través del arte.



Seguimiento

«Esta obra está hecha en su totalidad de papel. Muestra cómo la Tierra se queda embarazada, y cuando nos fijamos en el detalle vemos a los niños que acoge en su vientre, y desde lejos forman un solo bebé», explica la creadora sobre uno de los trabajos expuestos en el centro. Algunas piezas forman parte de la historia de la galería, muestran la evolución de los que un día fueron influidos por la energía de Nike y hoy son capaces de crear a partir de cables o de piezas de ordenador que la gente desecha.

Además de las relaciones públicas y del seguimiento de los artistas en formación, Nike dedica varias horas al día a desarrollar su propio talento. Ha pasado ya la séptima década de vida, pero conserva intacta su capacidad de inspiración. «Se aprende intentado imitar, es la forma de crear tu propio estilo. Esta obra –dice señalando la de un rostro de niño inquieto– dice: “Cuando crezca quiero ser como tú”, pero cuando la miras solo ves a un bebé. Sí, pero el bebé te dice algo».

Las reflexiones que va lanzando mientras recorre la galería de Lagos no dejan puntada sin hilo: «Todos estos diseños son como la comunicación antes del teléfono… Aquí hay alambre de espino, el bambú que nos une. Es el ciclo de la vida. El niño nace, crece y se convierte en adulto. Y ese mismo niño cuida del que le cuidó de pequeño».

Pasamos por delante de una de sus obras que muestra divertida, explicando que necesitó dibujar un avión y transmitir lo que uno siente al subirse, por eso el cuadro está lleno de palabras de despedida y buenos deseos para la travesía. «Existe esta confrontación en el arte contemporáneo entre lo viejo y las nuevas creaciones, pero hay que centrarse en los jóvenes artistas porque son los que más tienen que aportar. Por ejemplo, este que ha creado un árbol de familia a partir de la placenta. Logra que el árbol represente la vida y crezca con la persona, y nos cuenta que el árbol está consiguiendo que los afrodescendientes regresen a África».



Sensaciones

Nike reivindica que la visita a sus galerías de arte sea «una terapia» en la que lo más importante sea recorrer con la mirada las obras y detenerse en lo más llamativo de cada una, intentar comprenderlas, pensar en lo que pasaría por la cabeza del artista al crearlas o sacar conclusiones cuya comprensión a veces no se pueda ni compartir. «El arte relaja a las personas, es muy importante porque tiene un componente curativo. Contemplas una obra y sientes cierta emoción, a veces alegría».

A pesar de que es difícil decantarse por una técnica o un material para definir el arte contemporáneo nigeriano actual, Nike destaca el uso del bronce, la aplicación de la cera –cuyo origen está en Benin City–, y la creatividad en el textil «porque es lo que va pegado a tu piel, algo muy importante y por lo que yo empecé a centrarme en los diseños que plasmamos en las telas, en el significado de los símbolos que empleamos. Y a eso sigo dedicada», concluye Nike mientras saborea la taza de té que toma cada mañana al llegar a la galería, y que en este caluroso comienzo del día ha retrasado para dar prioridad al visitante, al que muestra interés por el arte contemporáneo nigeriano.

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