Oro, uranio y violencia en Burkina Faso

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Desde hace tiempo, se rumorea que en Burkina Faso hay petróleo y uranio. No hace mucho la agencia de noticias Reuters se hacía eco de ello y afirmaba que aunque no había nada confirmado, los indicios encontrados eran bastantes prometedores. La zona de Nouna, en el oeste, y Essakane, en el norte, serían los lugares donde se habrían descubierto las pruebas de estos recursos, respectivamente.

Además, el pasado mes de febrero, tras una investigación geológica el Consejo de Ministros burkinés confirmó la presencia de petróleo y uranio en la zona de Bumigeb. Ahora, con fondos del Banco Mundial, la compañía canadiense Geotech Aero, ha realizado un mapeo aéreo y señalado varias áreas identificadas como lugares con «un alto grado» de minerales. Si esto se materializase podría suponer un fuerte empujón para la deteriorada economía del país. El problema radicará, como tantas otras veces, en la explotación de estos recursos

Siempre se consideró a Burkina Faso como un Estado pobre en materias primas. Lejos quedan los tiempos en los que el siempre recordado presidente Thomas Sankara, llamaba al algodón el oro blanco de país. Entonces, las exportaciones de ese producto representaban el 57% de todas las de Burkina Faso. Pero de repente se descubrió oro y las cosas empezaron a cambiar. A partir de 2009, el oro amarillo tomó el relevo. En la actualidad, este metal representa algo más del 5% del PIB burkninés. Y a pesar de ello, todavía es uno de los países más pobres de África (puesto 183, de 189, en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas 2018).

La explotación del oro es un ejemplo de cómo los recursos naturales no contribuyen realmente a la mejora económica de Burkina Faso. En el país existen unas 200 unidades mineras artesanas reconocidas oficialmente. En una unidad operan varios mineros a título individual. Junto a ellas hay otras 27 unidades semimecanizadas. Todas juntas producen alrededor de 500 kilos de oro al año. Pero la mayoría del oro que se extrae en el país se hace de forma ilegal, de forma artesanal. Se estima que en toda Burkina existen más de 600 unidades clandestinas. Algunas fuentes calculan que en estas explotaciones se extraen más de 20 toneladas de oro al año. Evidentemente, las perdidas son enormes para la economía nacional.

En los últimos años grandes compañías transnacionales han conseguido los derechos de explotación de los yacimientos auríferos de Burkina Faso. La última en entrar en este campo ha sido la australiana Arrow Minerals, que ha llegado a un acuerdo para adquirir Boromo Gold, una compañía privada que posee diez concesiones para explotar yacimientos de oro por todo Burkina, informaba la Agencia Ecofin.

Las compañías extranjeras pocas veces invierten en el país del que extraen las materias primas y repatrian la mayoría de sus ganancias. En definitiva, aportan pocos beneficios a la economía local y no generan riqueza.

Los estudios geológicos y aéreos también han identificado otras zonas que podrían ser ricas en vanadio, titanio, hierro o kimberlita. Además, señalan dos nuevas localizaciones donde podría encontrarse uranio: Sebba (noreste) y Touandeni (noreste), ambas en el Sahel.

Curiosamente, estas noticias coinciden con un gran deterioro de la situación de seguridad en el país. Grupos armados controlan parte del territorio y son frecuentes los atentados, especialmente en el norte y el centro del país. Ya se sabe que en África no es extraño que recursos naturales y violencia vayan de la mano.

Fotografía: Ollivier Girard/CIFOR

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