Publicado por Chema Caballero en |
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El pasado 1 de enero, entraba en vigor la nueva agenda de Naciones Unidas para el desarrollo, “Transformando nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, que extiende y amplía los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con el propósito de dar solución a los problemas sociales, económicos y medioambientales que amenazan a la población mundial.
Los nuevos ODS se han fijado metas muy amplias como acabar con la pobreza, lograr la seguridad alimentaria, garantizar una vida sana y una educación de calidad, conseguir la igualdad de género, la gestión sostenible del agua o una energía asequible y fiable, entre otras. En total se trata de 17 objetivos y 169 metas. Es importante resaltar que esta nueva agenda de desarrollo no solo tiene en cuenta las consecuencias de la pobreza, como hacían los ODM, sino que también se fija en sus causas, por lo que posiblemente será más fácil cumplir con ella.
Muchos analistas han afirmado que el éxito de los ODS depende de lo que suceda en África, cuya población, que experimenta el ritmo de crecimiento más rápido del planeta, es la que más necesita beneficiarse de los cambios que impulsa esta nueva agenda de desarrollo.
Desde un primer momento, África en su conjunto se involucró en el proceso de elaboración de los nuevos objetivos. Fruto de ello fue el documento elaborado por la Unión Africana (UA), el llamado Common Africa Position (CAP) on the Post 2015 Development; en él se recogían las prioridades de desarrollo para el continente. Muchas de sus propuestas se encuentran recogidas en el documento final de los ODS, por eso mismo, esta nueva agenda de desarrollo impulsada por las Naciones Unidas aparece como una gran oportunidad para acelerar muchos de los cambios que necesita África.
En la entrada anterior vimos que, sorprendentemente, el último informe del Banco Mundial (BM) sobre la pobreza en África constataba que, a pesar de haberse reducido el porcentaje de la pobreza extrema en el continente en las últimas décadas, incluso en una medida mayor a la previamente esperada, el número de personas que viven en la pobreza en el continente ha aumentado, debido principalmente al crecimiento de la población. Esto nos da una idea de los muchos frentes y retos a los que África tiene que prestar atención si de verdad quiere reducir la pobreza.
Estamos solo al inicio de un periodo de 15 años que puede ser crucial para el futuro de África, quizás su última oportunidad para salir de su situación actual. Por eso, ante tantas necesidades y problemas surge la pregunta de por dónde empezar, de qué problemáticas priorizar, a qué colectivos prestar más atención primero.
Quizá un buen inicio puede ser pedir a los ciudadanos que identifiquen sus prioridades para saber lo que realmente importa a las mujeres y a los hombres del continente y por dónde atisban ellos que debería ir el cambio.
Entre 2014 y 2015, Afrobarometer, una red pan-africana de investigación que realiza encuestas en más de treinta países africanos, preguntó a ciudadanos de 36 países, que juntos representan tres cuartos de la población del continente, cuáles piensan que son los problemas más importantes a los que sus gobiernos deberían prestar atención y cuáles las prioridades en las que se deberían invertir los recursos del país. Los resultados por países se pueden consultar en su apartado de Online Data Analysis. De su lectura conjunta se puede concluir que:
1.- Los problemas más acuciantes para la mayoría de los africanos son el desempleo, la salud y la educación. Pero también señalan al tándem pobreza y escasez de alimentos como una de sus mayores preocupaciones.
2.- A pesar de lo dicho anteriormente, que se aplica a nivel general, el problema más importante varía de país en país. Así, el agua parece ser fundamental en países como Guinea o Burkina Faso, mientras que la escasez de alimentos se hace más relevante en Malaui, Malí o Níger. Por su parte, los ciudadanos de Kenia o Madagascar sitúan al crimen y la seguridad ciudadana en lo más alto de sus listas.
3.- Comenta Afrobarometer que existe una gran diferencia entre los problemas identificados por los ciudadanos pobres y sus conciudadanos ricos. Los primeros priorizan problemas relativos a la supervivencia más básica como alimentación, salud o agua, a las infraestructuras (falta de hospitales, escuelas…) o transporte y, en cambio, dan menos importancia a desempleo o al crimen y la seguridad.
4.- Cuando se pregunta a los ciudadanos en qué sectores debería su gobierno invertir más recursos, las prioridades de estos se decantan por la educación y la sanidad. Sin duda la educación es la prioridad en la gran mayoría de los países.
5.- También en este punto hay discrepancias según los países: el desarrollo de la agricultura parece fundamental en Malaui, Malí o Burundi, mientras que Lesotho opta por la inversión en infraestructuras. En Kenia, Nigeria y Túnez la seguridad alcanza puestos mucho más altos que en otros países.
6.- Destaca Afrobarometer que la opción por las prioridades de inversión es bastante similar en todos los sectores de la población independientemente de la edad, la educación, los ingresos, el genero, o la procedencia rural o urbana de los entrevistados. Pero el énfasis en el tema varia.
a. La inversión en educación tiende a ser una prioridad mayor entre los jóvenes y los ciudadanos con mayor nivel de estudios, mientras que la sanidad y el desarrollo de la agricultura son las favoritas de los más ancianos y de las personas con nivel educativo más bajo.
b. Educación y seguridad tienden a ser más importantes para los ciudadanos de mayores ingresos y los que residen en zonas urbanas, mientras que los más pobres y los que viven en zonas rurales priorizan el desarrollo agrícola.
Está claro que la mayoría de los ciudadanos africanos piensan que para que sus países puedan experimentar un cambio a mejor, sus gobiernos deben invertir primordialmente en educación, salud y agricultura.
Esto demuestra que las mujeres y hombres de los distintos países que han participado en la encuesta son conscientes de que el desarrollo pasa por una población mejor preparada y por la inversión en agricultura, posiblemente facilitando el acceso a la tierra, a las herramientas de financiación y modernizando el campo, lo que facilitaría mayores ingresos para la población rural, frenando, posiblemente, así el éxodo hacia las grandes urbes y garantizando la seguridad alimentaria.
Ahora corresponde a los distintos gobiernos africanos el escuchar la voz de sus ciudadanos y darle cauce. El problema que se puede plantear aquí es el poco margen de maniobra que puedan tener los políticos de África a la hora de decidir cuáles van a ser las prioridades de inversión para el desarrollo de sus países.
Se necesitan grandes cantidades de dinero para financiar los ODS en África, por lo que la ayuda internacional resulta fundamental a la hora de implementar la nueva agenda de desarrollo. De igual modo, las Naciones Unidas recomiendan buscar aportaciones privadas que se sumen a este esfuerzo. Queda por ver si los donantes internacionales y los privados no imponen sus prioridades, las cuales pueden estar muy lejos de o ser contrarias a las de los ciudadanos y tender, como estamos experimentando en muchas partes del continente, a favorecer la privatización de los servicios básicos para que los mismos donantes se beneficien de ellos en detrimento de los segmentos de población más necesitados.
Fotografía: CIAT.
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