El neocolonialismo económico que sufren África y otras muchas regiones y grupos sociales del mundo es tan sutil y escurridizo que resulta enormemente difícil desenmascararlo. A veces deslumbra anunciando altos porcentajes de crecimiento en algunos países africanos que difícilmente escaparán de la pobreza y otras habla de crisis mundiales inevitables y de apretarse el cinturón.

Al iniciar un nuevo año, estamos invitados a mirar el porvenir con esperanza. Tenemos que aprender de África, donde, por oscuros que sean los nubarrones, el indiscutible optimismo existencial de los africanos y africanas los convierte en personas habitualmente esperanzadas.

«Tierra Santa, el lugar geográfico donde por primera vez resonó la Buena Noticia, está hoy inmersa en una guerra que, como se analiza aquí, ya está afectando negativamente al continente africano. Esta es una mala noticia, como lo es también la guerra que sufre Sudán desde hace ocho meses».

En MUNDO NEGRO somos afrorrealistas, aunque aquello que compartimos con nuestros lectores sobre África no siempre coincida con lo que nos gustaría contar. África va mal y el resto del mundo también, pero si nos centramos solo en el continente, constatamos que existen demasiados conflictos, inestabilidades sociales, políticas y económicas, corrupciones, desequilibrios crecientes entre grupos humanos o efectos climáticos adversos que no nos permiten ser optimistas.

«Es difícil esclarecer el porcentaje de responsabilidad que tiene cada uno de los actores presentes en el puzle del Sahel. La falta de liderazgo de la clase política acumula parte de esa responsabilidad, pero también los militares que pretenden salvar la patria».

Editorial del número de julio-agosto.

Este número de MUNDO NEGRO, además de la guerra en Sudán, aborda cuestiones como el comercio de armas en África y el hambre y la sed que amenazan amplias zonas del continente.

Presentamos la séptima entrega de los Cuadernos MN, una revista monográfica que tiene a Ghana como protagonista.

Es más fácil destruir que construir, herir que sanar y, por supuesto, matar que devolver la vida a los muertos. No se necesita ninguna cualidad particular para destruir, herir o matar, mientras que construir y sanar exigen esfuerzo, perseverancia, capacidades y tiempo.