Publicado por Javier Fariñas Martín en |
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Le preguntaron al fundador de La Repubblica, Eugenio Scalfari, que quién era periodista. Y él respondió: «Gente que le cuenta a la gente lo que le pasa a la gente». Eso fue mucho después de que el P. Arturo Nebel volviera a África. Estas páginas se hacían eco del regreso de otro misionero al continente, uno más podríamos pensar, sobre todo teniendo en cuenta que la historia aparecía recogida en una revista misionera y africana a partes iguales. Pero, en realidad, no se trataba de una muesca más en esa historia repetida. La primera singularidad procedía del título que ostentaba el protagonista de la historia, el P. Nebel era el «decano de los Misioneros Combonianos». La segunda cuestión era que regresaba a los 90 años.
La receta del periodismo y sus artífices podía ser la de Scalfari, pero también la de aquel redactor jefe que recomendó a un currinche llamado Mark Twain que saliera a la calle, que viera lo que ocurría, que volviera a la redacción, y que lo contara. Así de sencillo. El P. Franco Moretti estuvo con los misioneros que trabajaban con los gabbras, uno de los pueblos nómadas que viven en Kenia. Volvió. Lo escribió. Y aquella historia apareció en enero de 1978 en MUNDO NEGRO. Nada diferente al patrón que mantiene vigente esta casa, donde la palabra de los misioneros ha servido para conocer un poco más este continente que nunca ha sido un país.
Volvamos a Scalfari. La tercera pata de esa ecuación –«…lo que le pasa a la gente»–, discurría por lo importante –la caída de Amin en Uganda; la de Macías en Guinea Ecuatorial; o la de Bokassa en República Centroafricana–, o también por las declaraciones de grandes figuras de la política africana. Grandes con mayúsculas: Kenneth Kaunda, Nyerere, Senghor o el sudafricano Tambo, por citar solo algunos, que pasaron por aquí. Este último denunciaba que «somos un pueblo colonizado, somos las víctimas del régimen más racista del mundo. Y queremos que todo esto acabe». Pero también pasaba por lo anecdótico, por esas cuestiones que con frecuencia no pasan el filtro de la actualidad. En marzo de 1978 ocurrió algo de eso. Un diario de misión denunciaba que los agricultores ugandeses se habían quedado sin azadas. «Que nos falten el azúcar, los vestidos o el jabón, podemos soportarlo. Pero quedarnos sin azadas es algo que nos afecta en lo más hondo del corazón, pues atañe a la fuente de nuestra vida».
De puertas adentro, en este sexenio se produjeron muchos cambios. Y no solo de personas. Aunque si empezamos por estas, habrá que recordar que entre 1978 y 1983 pasaron tres directores: Fidel González, Julio Prado y Antonio Villarino. El segundo puede que sea un caso único en el mundo. En su primer número al frente de la cabecera tuvo que editorializar sobre la muerte de Pablo VI, el primer Papa que había pisado África. En su segundo mes, repitió escena en un escenario –perdón por la redundancia– insólito: el que murió fue Juan Pablo I, y el que llegaba, el papa Wojtyla. 1979 arrancó con el nombramiento de Gerardo González Calvo, sí, «Gerardo, el de MUNDO NEGRO», como redactor jefe; y terminó con la incorporación de Diego Tapia al diseño de esta publicación, aunque en aquel tiempo esa figura tenía un nombre más poético, más vintage: era el confeccionador. Me permito solo un espoiler: Gerardo cerró esa larga etapa en marzo de 2008. El último número amasado por Tapia fue el Especial África 2016. Aunque de eso se hablará en su momento.
En relación a la propia revista, en mayo de 1978 se alcanzó el número 200. En la entrega de junio-julio de 1979 se publicó el Especial África 79, con 100 páginas –16 de ellas a color– y papel estucado. Lo más relevante tuvo lugar en enero de 1982. En aquella fecha la revista engordó hasta las 68 páginas, las mismas que tenemos ahora, reafirmándose en ser «eminentemente misionera, específicamente africana, moderadamente comboniana y eficazmente formativa». Era el número 240.
En ese ideario no se hacía ninguna referencia a otras funciones que podía cumplir la revista. Y entre ellas no se encontraba la búsqueda y localización de desaparecidos. Pero las cartas al director eran un cajón de sorpresas. Y he aquí la de esta entrega, fechada en noviembre de 1983: «Hago referencia a la revista del mes de septiembre de 1983. Cuál no ha sido mi sorpresa al comprobar que el hombre vestido de soldado chadiano que figura a la derecha de la portada de su revista es mi marido. Intentamos tener noticias de su paradero desde enero de 1981».
En definitiva, «gente que le cuenta a la gente lo que le pasa a la gente».
Luego también estaban aquellos que consideraban que en MN todo era «demasiado “negro”, todo “muy negro”; tanta África, tanta misión…». No se trata de llevar la contraria a nuestros lectores, pero en eso seguimos.
MN60:1960-1966 LOS PRIMEROS AÑOS
MN60:1967-1972 RENACIMIENTO AFRICANO
MN60: 1973-1977 SOWETO Y LA PELEA DEL SIGLO
MN60: 1978-1983 EL DIRECTOR Y LOS DOS PAPAS
MN60: 1984-1989 LAS BODAS DE PLATA
MN60: 1990-1995. ENTRE MANDELA Y RUANDA
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