Publicado por Javier Sánchez Salcedo en |
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«Burundi vendría de Bu –pequeño– y Rundi –pantorrilla–. O sea, “el país de los hombres de pequeñas pantorrillas”», decía José Luis Cortés en el artículo Toponimia africana –-publicado en el número de julio-agosto del 97–. El nombre se lo habrían dado sus vecinos para desacreditarlos y mofarse de ellos. Interesante. Burkina Faso significa «la patria de los hombres íntegros». Zimbabue, «gran casa de piedra». Chad, «gran montón de agua». Etiopía, «rostro quemado». Es una de las curiosidades que nos hemos encontrado recorriendo las páginas de los 55 últimos números de Mundo Negro del siglo XX y los 11 primeros del XXI.
El equipo de la revista prestó durante este período una especial atención a la dramática situación en la región de los Grandes Lagos. En abril del 96, dos años después del genocidio en Ruanda, en un extenso reportaje –Dos millones a la intemperie– escrito por un testigo directo, Jesús Jáuregui, se contaban las terribles condiciones de los refugiados ruandeses en Zaire (República Democrática de Congo), Burundi y Tanzania. El conflicto, enormemente complejo, fue seguido, analizado minuciosamente y explicado de forma regular número a número. En el último de aquel 1996, el dosier Grandes lagos: Claves de una tragedia anunciada dedicaba 16 páginas al tema.
La redacción dio cuenta de otras zonas del continente golpeadas en estos años por la guerra, contando cifras pero también porqués, relatando historias con nombres y rostros. Desde el norte de Uganda, José Carlos Rodríguez narraba las atrocidades cometidas por el Ejército de Resistencia del Señor de Joseph Kony: secuestros masivos, quema de poblados, ejecuciones sumarias. En el artículo Cautivos y soldados –marzo de 2000–, nos habló de más de 12.000 niños secuestrados por los guerrilleros. Siete números después, al horror de esta guerra se sumó un brote de Ébola del que la revista informó con historias como la del doctor Matthew Lukwiya, cuya gestión de la epidemia desde el hospital de Lacor logró minimizar la mortalidad en la zona. En el texto Mártir de la caridad, la misionera comboniana Dorina Tadiello contaba que oyó al médico susurrar: «Dios mío, estoy muriendo de ébola. Pero haz que sea el último».
Se informó de la contienda entre Etiopía y Eritrea –Un avispero en el Cuerno de África, mayo 99–; de la guerra civil en Angola –La sinrazón de una guerra, noviembre 99–; o de la situación de Sahara Occidental. En enero del 98 se había fijado la celebración del referéndum de autodeterminación de Sahara para el 7 de diciembre de aquel año. En el texto Ahora o nunca. 1998: el año decisivo se planteaba la pregunta: «¿Será el fin de 23 años de lucha por los derechos de un pueblo ocupado por Marruecos?». Han pasado otros 22 y ese día aún no ha llegado.
Meshack Mbambalala –enero del 96–, fue uno de los miles de sudafricanos negros investidos alcaldes en los primeros años del postapartheid. Su caso fue especialmente llamativo porque ocupó la alcaldía de Ventersdorp, bastión de Eugene Terreblanche, líder de los neonazis sudafricanos. También encontramos al actual presidente de Liberia, George Weah, que en aquel año disputaba la XX Copa de África de Naciones en Sudáfrica después de haber sido elegido mejor jugador de fútbol de Europa y del mundo. Otro personaje destacado que llenó la portada de enero del 97 fue el ghanés Kofi Annan –Un negroafricano al frente de la ONU–, que comenzaba su mandato como secretario general del organismo sustituyendo al egipcio Butros Ghali. Annan protagonizó otro artículo –Idealista tranquilo, noviembre de 2001– cuando fue galardonado, junto con la ONU, con el Nobel de la Paz. El número de septiembre de 1997 dedicó una nota a la muerte del músico nigeriano y padre del afrobeat Fela Kuti, que sufrió con 58 años una insuficiencia cardíaca vinculada al sida. En febrero del 98, Thabo Mbeki sucedió a Nelson Mandela al frente del Congreso Nacional Africano y al año siguiente como presidente de Sudáfrica. Seis páginas del número de julio-agosto del 99 hablaban de Teodoro Obiang, cuando cumplía 20 años gobernando Guinea Ecuatorial –ya ha superado los 40–.
También se contaba la vida africana fuera del continente. En marzo de 2000 la pieza La lección de El Ejido narraba los episodios de violencia racista ocurridos en este pueblo de Almería y explicaba la situación de explotación y desigualdad que padecían –y siguen padeciendo– los inmigrantes que trabajaban como peones agrícolas debajo de los plásticos. Mundo Negro dedicó el siguiente Encuentro Antropología y Misión –actual Encuentro África– a la migración en nuestro país, con el lema «Inmigrantes, ¿por qué no?», un tema retomado en ediciones posteriores con cada vez mayor presencia de voces africanas entre los ponentes.
En abril de 2000, la revista cumplió 40 años, una buena ocasión para recordar este proverbio bemba de Zambia que aparecía en El anciano en los proverbios africanos, del número de julio-agosto del 99, recomendable para todos, especialmente para los periodistas: «El que no escucha, no se sienta en el consejo de los ancianos».
MN60:1960-1966 LOS PRIMEROS AÑOS
MN60:1967-1972 RENACIMIENTO AFRICANO
MN60: 1973-1977 SOWETO Y LA PELEA DEL SIGLO
MN60: 1978-1983 EL DIRECTOR Y LOS DOS PAPAS
MN60: 1984-1989 LAS BODAS DE PLATA
MN60: 1990-1995. ENTRE MANDELA Y RUANDA
MN60: 2002-2007 LOS ZIMBABUOS Y COPITO DE NIEVE
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