Por Donato Ndongo-Bidyogo
Sin resquicio para la indiferencia, persiste desde hace más de una década la apasionada controversia sobre la masiva presencia china en África. Aduce el irredentismo tercermundista la necesaria cooperación Sur-Sur. Occidente, desbancada por una economía emergente que colocó al país asiático a la cabeza de las finanzas internacionales, destaca la negativa influencia de una dictadura comunista que refuerza regímenes opresores. Los propios chinos esgrimen su modelo de desarrollo, que en poco tiempo revirtió su pobreza secular hasta situarles entre los poderosos del mundo. Las élites africanas abrazan con entusiasmo una cooperación considerada beneficiosa, al repartir créditos y construir infraestructuras en condiciones menos onerosas que sus contrapartes tradicionales, sin entrometerse en sus asuntos. Mensajes ciertos pero parciales, destinados a redimir a sus emisores.