Por Santiago Agrelo Martínez, arzobispo de Tánger
Era un día cualquiera en la vida de los moradores del bosque de Beliones. Y les llevábamos las provisiones habituales de un día cualquiera: arroz, aceite, salsa de tomate, pan, queso, conservas… Siempre imaginamos que son diez los campamentos en que se cobijan estos jóvenes proscritos de nuestras legalidades… y hacemos diez paquetes, con la ilusión de que a todos los habitantes del bosque les llegará algo que comer…