Por Pedro Fernández Quiroga. Tres décadas después del genocidio, la gestión de Kagamé presupone crecimiento económico e integración social. No obstante, el acuerdo alcanzado con Gran Bretaña para enviar a solicitantes de asilo y refugio a Kigali despierta interrogantes sobre un país con lagunas en la defensa de los derechos humanos.