Por José Naranjo. El pasado mes de octubre, el mundo aplaudía la elección de la primera presidenta de Etiopía y ríos de tinta se encargaban de recordar que se trataba de la única jefa de Estado en ejercicio en toda África. Sin quitar ni un solo mérito a la hábil diplomática Sahle-Work Zewde, ni a la importancia de este hito en el progreso de la representación de la mujer en el primer nivel de la esfera pública, vale la pena detenerse en el verdadero artífice de la revolución democrática que está viviendo este importante país africano, el primer ministro Abiy Ahmed.