Por Begoña Iñarra
A mi vuelta a África observo cambios enormes tanto en Nairobi, como en Uagadugú o en cualquier otra gran ciudad africana. Los nuevos edificios, cada vez más altos, aumentan: bancos y empresas internacionales, templos de diferentes religiones, universidades, carreteras donde el tráfico está cada vez más congestionado... Los atuendos de la gente indican diferentes países de procedencia y confesiones religiosas. Fuera del centro se alzan nuevos barrios, algunos modernos y otros mucho más pobres, donde tengo la impresión de estar en otro mundo. Pero aún allí abundan los quioscos de tarjetas para móviles y las parabólicas. Es una África distinta y mejor que la de mi primer viaje en 1970.